Flora

Un invernadero de basalto

En La Caldera se han contabilizado casi un centenar de especies de plantas, de las cuales tres no viven en ningún otro lugar del planeta. Semejante diversidad biológica es posible por los acusados contrastes orográficos del Parque, en el que conviven ecosistemas muy distintos entre sí.

Los bosques de pino canario ( Pinus canariensis ) ocupan la mayor parte del Parque Nacional. Ningún otro árbol puede competir con este superviviente nato, capaz de rebrotar inmediatamente después de un incendio forestal. Las acículas del pino, que en La Palma reciben el nombre de pinillo , enrarecen el suelo para evitar la competencia de otras especies. Tan sólo algunas plantas como el amagante (una especie de jara) y el corazoncillo, al que también favorece el fuego, han logrado coexistir bajo su sombra.

Otra segunda comunidad vegetal de interés es la constituido por la flora rupícola (es decir, la especializada en vivir en paredes y roquedos). En las paredes más inhóspitas de La Caldera viven especies como los abundantes bejeques. El incendiario Aeonium nobile o bejeque rojo, es con toda seguridad el más espectacular. Tan sólo florece una vez, inmediatamente antes de morir, pero lo hace de forma exuberante. Los lechugones, que se desprenden de las hojas sobrantes cuando del color aprieta, son otros peculiares representantes de este grupo.

Finalmente, destacaremos las especies pertenecientes a alta montaña, que constituyen uno de los tesoros más apreciados de la flora de La Caldera. De hecho, La Palma es, junto Tenerife, la única isla canaria en la que podemos observar este tipo de plantas. Un ejemplo extremo de su rareza es el Helianthemum cirae , una planta descubierta en 1992 y que tiene en La Caldera su única población del planeta. Bastante más común es el cedro, único árbol capaz de soportar la radiación y las temperaturas extremas. Lo veremos agarrado a los riscos, formando volutas imposibles con su tronco. El codeso, una leguminosa tenaz y resistente, alegra los riscos con su festival de amarillo. Y algo más esquiva es la hermosísima Viola palmensis , de intenso color añil, que los palmeros llaman pensamiento de cumbre.

PARQUE NACIONAL LA CALDERA DE TABURIENTE