Las lluvias, especialmente en la zona norte y oeste de La Palma, son más frecuentes de lo que se puede suponer. En principio la lluvia no es sino un pequeño inconveniente, pero en caso de aguaceros intensos hay que tener en cuenta varias cosas. La primera es que los barrancos, generalmente secos, comienzan a llevar agua (en el habla local se suele decir que «los barrancos corren»), por lo que hay que evitar los senderos que discurren por su cauce y, en cualquier caso, alejarse del mismo. La segunda es que las lluvias producen desprendimientos y pueden caer rocas de diferentes tamaños. Este fenómeno se aprecia bien en las carreteras, donde suelen verse piedras que han rodado por la pendiente. En los tramos de senderos que discurren al pie de riscos o paredes verticales hay que extremar la precaución en estos casos y, a ser posible, abstenerse de caminar por estos lugares. La tercera cosa a tener en cuenta se refiere a los casos en los que las lluvias han sido intensas y ya han pasado, en cuyo caso algunos caminos se deterioran por simple erosión, aunque se suelen reacondicionar con rapidez.